sábado, 16 de abril de 2016

"CARIS"


Ayer se fue al cielo de mis recuerdos buenos mi hermano Luis Morán Suárez (Carís). En la nebulosa del tiempo, allá por los años de Maricastaña de los que solo me queda el lejano estruendo que aun ensordece mis ya gastados tímpanos con la traca de palenques de la fiesta del Carmen en Cangas que por aquel entonces estremecía aquel diminuto cuerpo que se sentaba a la mesa de la casa de comidas, en tan pretéritos veranos todavía no se llamaban restaurants, allá si, recuerdo, en aquellos tiempos ocurrieron estas cosas. Mi padre ordenó, mandó, no se si recomendó a mi hermano adoptivo que, ya que el niño no comía - no me gustaba la paella, aborrecía el arroz y el pimiento me producía arcadas- y considerando el estado de excitación en que me había dejado el pánico a los cohetes y a los petardos, intentase tranquilizarme en el asiento de skay verde de la cabina del camión Ford Hercules Diesel aparcado justo a la puerta del comedor hasta que el sueño me venciese, de manera que el resto de la familia terminase el almuerzo en paz . Sentí en la penumbra de la cabina que unas manos frías tomaron las mias. Me aferre a ellas y camine al lado de aquel hombre alto y desgarbado que cubria su cabeza con un sombrero negro de ala ancha del que sobresalían mechones de cabellos blancoamarillentos, anduvimos carretera abajo en compañía de más hombres y algunas mujeres las cuales, con sus churumbeles en brazos, no dejaban de hacerme carantoñas y de atiborrarme de caramelos. Me han contado muchas veces que si no hubiese sido por la preocupación de Carís en comprobar si me había dormido tal vez mi vida transcurriría ahora viajando en carreta de pueblo en pueblo o en “fregoneta” en el mejor de los casos. Hoy podría ser un vociferante vendedor de ropa interior de mujer en algún mercadillo municipal de un pueblo castellano .Arrebató violentamente mis manos blancas de los brazos cobrizos del gitano, creo que no ofreció resistencia alguna. Solo entonces recordé que siempre había mirado hacia adelante y nunca más había vuelto a mirar hacia atrás. Jamás me he preocupado de conocer la verdad de este suceso hasta ayer que en el cielo de los recuerdos buenos escuche la voz de Carís que me decía con su coña proverbial: “que Cigala hemos perdido”

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