domingo, 17 de abril de 2016

En ocasiones la primavera juega con la lluvia y nos regala lagos. Aun no he encontrado el mecanismo que agita mi consciencia para percatarme de que esta mañana es la optima para disfrutar de su contemplación y, como no, hacer trabajar a mi cámara para, como un cleptómano de museo, llevar la aurora a mi casa. Pero , claro que no, o mejor dicho si, son todas las mañanas, Asi me´lo asegura el campesino-ganadero-agricultor que se levanta todos los días antes que el sol. , Sucede que no todos los amaneceres son iguales, pero si, me recuerda, que todos son hermosos. Me lo ha contado también el pescador del pedrero que aprovecha las mareas de primera hora para hacer lo que a el,me asegura , más le gusta . Eso, pescar: A veces, te cuento, cuando el viento riza las olas se levanta un velo de satén húmedo que filtra los rayos del sol de tal forma que más que el astro rey parece la luna. Tienes que verlo.Pero ya élla, la luna , se ha ido para otros lados y no he podido hacer la comparación. Y yo, ¿que os voy a decir? Mejor os dejo estas semeyas que con las manos aun heladas por el rocío de la mañana he tecleado en mi ordenador.

sábado, 16 de abril de 2016

"CARIS"


Ayer se fue al cielo de mis recuerdos buenos mi hermano Luis Morán Suárez (Carís). En la nebulosa del tiempo, allá por los años de Maricastaña de los que solo me queda el lejano estruendo que aun ensordece mis ya gastados tímpanos con la traca de palenques de la fiesta del Carmen en Cangas que por aquel entonces estremecía aquel diminuto cuerpo que se sentaba a la mesa de la casa de comidas, en tan pretéritos veranos todavía no se llamaban restaurants, allá si, recuerdo, en aquellos tiempos ocurrieron estas cosas. Mi padre ordenó, mandó, no se si recomendó a mi hermano adoptivo que, ya que el niño no comía - no me gustaba la paella, aborrecía el arroz y el pimiento me producía arcadas- y considerando el estado de excitación en que me había dejado el pánico a los cohetes y a los petardos, intentase tranquilizarme en el asiento de skay verde de la cabina del camión Ford Hercules Diesel aparcado justo a la puerta del comedor hasta que el sueño me venciese, de manera que el resto de la familia terminase el almuerzo en paz . Sentí en la penumbra de la cabina que unas manos frías tomaron las mias. Me aferre a ellas y camine al lado de aquel hombre alto y desgarbado que cubria su cabeza con un sombrero negro de ala ancha del que sobresalían mechones de cabellos blancoamarillentos, anduvimos carretera abajo en compañía de más hombres y algunas mujeres las cuales, con sus churumbeles en brazos, no dejaban de hacerme carantoñas y de atiborrarme de caramelos. Me han contado muchas veces que si no hubiese sido por la preocupación de Carís en comprobar si me había dormido tal vez mi vida transcurriría ahora viajando en carreta de pueblo en pueblo o en “fregoneta” en el mejor de los casos. Hoy podría ser un vociferante vendedor de ropa interior de mujer en algún mercadillo municipal de un pueblo castellano .Arrebató violentamente mis manos blancas de los brazos cobrizos del gitano, creo que no ofreció resistencia alguna. Solo entonces recordé que siempre había mirado hacia adelante y nunca más había vuelto a mirar hacia atrás. Jamás me he preocupado de conocer la verdad de este suceso hasta ayer que en el cielo de los recuerdos buenos escuche la voz de Carís que me decía con su coña proverbial: “que Cigala hemos perdido”

EL FASTUOSO RUIDO ENSORDECEDOR DE LA MUERTE

  Conocí a Radi en la embajada de Jordania en Madrid. Era un beduino alto y fornido que inspiraba confianza con su rostro siempre sonriente ...