martes, 21 de abril de 2015

SIEMPRE LLEGO TARDE


Cincuenta, cien, doscientas, setecientas …. ¿hasta que cifra de víctimas podemos llegar para que reaccionemos ante esta barbarie de muertes indiscriminadas de ancianos, jóvenes, mujeres y niños que huyen de la miseria, de la guerra y del horror del que nosotros, los que nos llamamos países civilizados, somos responsables al haber contribuido con la desestabilización de sus países de origen, Libia, Siria, Túnez, Iraq etc a crear estados fallidos en donde reina el caos en lugar de la democracia que hipócritamente decíamos que íbamos a llevarles? Acaso la Libia de Gadafi era peor que la nación ingobernable, de luchas fratricidas en que la hemos convertido? ¿Era peor la dictadura de Saddam Hussein que el escenario de horros y muerte en el que hemos dejado Bagdad después de una guerra infame e ilegal? ¿Acaso el “tirano” de siria, por cierto, un gobernante que respetaba escrupulosamente la libertad de todas las religiones, es más malvado que el Estado islamico asesino que hemos ayudado con nuestra nevglicencia a crear? Porque casi todos esos desgraciados seres que perecen ahogados en las aguas del pequeño Mare Nostrum son ciudadanos de estos infaustas naciones. Y ahora nos rasgamos las vestiduras-ya nos las habíamos rasgado hace unos años con la desgracia de Lampedusa- y proclamamos solemnemente compungidos que debemos de acabar con esta matanza. Pero ¿tanto nos hubiese costado evitarlas con los medios sofisticados de los que disponemos, drones, radares, satélites capaces de detectar desde el espacio a un ciudadano en Trípoli encendiendo una pipa de agua antes de echarse en manos de las mafias, o tan oneroso es para nuestros presupuestos comunitarios, digo, vigilar un espacio tan reducido como es el Me diterráneo? ¿ Es que los drones teledirigidos por los sateiutes de la Cía solo los utilizamos para abatir “terroristas” ? ¿acaso no son infinitamente más caros los miles de missiles con los que los países europeos, incluido España, barrieron a sangre y fuego las ciudades Libias, sirias o iraquies? Quizás, ojalá , o será lo de siempre, halla legado el momento en que la Comunidad Europea se ocupe de una vez por todas de de poner fin a este incesante desastre humanitario. Pero mucho me temo que todo lo que resuelvan no pase de remedios paliativos, de asignar más recursos a la vigilancia de nuestras costas sin llegar al fondo del problema. Porque ya no valen directivas urgentes redactadas con mano y rostro compungidos por ministros plenipotenciarios. Es necesario un cambio radical del sistema de valores que impera en nuestras opulentas sociedades. Se trata de llevar en la agenda de nuestras revindicaciones, en nuestras protestas en la calle, en los programas de los nuevos partidos no solo una petición de salarios justos u otras mejoras sociales, sino también el grito por la regeneración de los valores a la que nos ha sometido la sociedad de consumo capitalista. No se puede seguir hablando de crecimiento a toda costa, de crecer más para poder pagar la deuda o de endeudarnos para pode crecer. Tenemos que salir de este perverso círculo vicioso y empezar a hablar de decrecimiento sostenible. Y no es renunciar a nuestro estado de bienestar, no. Se trata de detenernos y esperar a que aquellos pueblos que viven en la miseria, en el hambre y la incultura se pongan a nuestra altura con nuestra ayuda. Tenemos que desmercantilizar todas nuestras actividades y descolonizar nuestras mentes de la lógica del crecimiento No puede ser que mientras miles de jóvenes esperan largas horas de cola en la puertas del corte Ingles para conseguir el último ipod, en otra parte del mundo millones de niños aguarden millones de horas para conseguir un mendrugo de pan y una taza de leche. Se trata , querido Ovidio Orlé, del decrecimiento, al que, como siempre me pasa, he llegado tarde.

lunes, 13 de abril de 2015

LA GARZA (cuento corto)












Me despierta el sonido de la radio  de mi mesita de noche. No ha amanecido todavía y los petirrojos ya han comenzado a  hacer sus nidos en los arbustos del jardín ; su incesante canto me ameniza el desayuno , una taza de humeante café , una tostada con mantequilla y mermelada de naranja de La Isla,  esquisitez culinaria de mi sobrina  Luci ; por desgracia ya solo  me queda un tarro . Mientras disfruto del almuerzo voy introduciendo en la alforja el material necesario  para  la práctica de  una de mis aficiones favoritas de jubilado, la observación y seguimiento de aves: cámara de fotos, prismáticos , cuaderno de campo y un lápiz de Ikea para tomar  notas y hacer dibujos ya que mi memoria  empieza a hacer aguas. Parece que vamos a disfrutar de una espléndida mañana de primavera. En esta época y a primeras horas del día es cuando las aves despliegan mayor actividad por lo que conviene madrugar si se quiere aprovechar al máximo esta circunstancia.
En la charca la  garza real permanece inmóvil, en el mismo sitio que la deje ayer; con sus largas patas hundidas en el fango  y sus ojos atentos al más leve movimiento que se produzca  en el agua. La pequeña cigüeñuela, más activa , pasea eshibiendo su blanco plumaje de un lado a otro del chancal. El resto de los limícolas, patos , pollas de agua y pequeñas aves acuáticas acompañan el amanecer con un coro incesante de trinos.
Tomo el sendero que asciende con suavidad el cueto para continuar en pronunciado descenso en dirección al humedal. Saludo a las plantas, a los arboles por su nombre. No estoy seguro de si he cerrado la puerta con llave por lo que desando el todavía corto camino recorrido para  cerciorarme y así quitarme de encima una rara sensación de desasosiego que me ha invadido repentinamente .  Hace un tiempo apacible, templado y luminoso, en el cielo no se advierte casi ni una nube. Solamente algunos nubarrones negros a los lejos, muy a lo lejos y en el mar me hacen sentir algún mal presagio.Al acercarme de nuevo a la casa , que raro, veo que están todas las luces encendidas. Que yo recuerde solamente había necesitado  iluminar el cuarto de aseo por ser éste interior y nadie ha podido haber entrado  puesto que la puerta estoy seguro que la he  dejado bien cerrada con dos vueltas a la llave. Habrá sido alguna avería o puede ser que yo mismo las hubiese encendido y no me acuerde.... ¿Pero todas?
   
Sin darle más importancia al asunto llego por fin a la charca. Parece que alguien más ha madrugado y ha tenido la idea de venir a este mismo lugar. Pero su intención no es solamente observar.  Veo que viene  armado de una escopeta cargada de mortíferos instintos. Es un hombre de mediana estatura y de constitución fuerte_ Su aspecto, sus rasgos y su forma de caminar son vulgares: viste chaqueta y pantalón de camuflaje y cubre su enorme cabeza con un sombrero verde de aguas que apenas deja ver unos ojos duros y fríos. Se detiene un momento y mira a su alrededor en busca de un lugar adecuado desde el que dominar todo el estanque. . Lleva maquinalmente la mano al gatillo y desactiva el seguro del arma. Al fin encuentra acomodo detrás de un matorral y aposta la escopeta sobre una piedra. Se ha acercado sigiloso y  parece que ningún habitante de la charca ha notado su presencia ya que la algarabía de cantos no solo no  ha cesado sino que ahora se escucha con mayor intensidad. Así, el intruso permanece acechante.
Me encamino hacia el otro extremo del humedal en silencio, a pasos muy lentos, sin hacer movimientos bruscos para evitar molestar a las aves en sus ocupaciones de temporada. Voy vestido con ropa de abrigo de colores neutros que me confunden con el entorno. Cuando considero que la distancia es la adecuada para fijar mi puesto de observación, sin advertir la presencia a apenas cincuenta metros del furtivo, despliego el trípode y monto la cámara sobre el , acoplo el teleobjetivo y la enciendo en modo de espera. Me parece que tampoco él se ha percatado de mi llegada. Intento no hacer ruido moviéndome lo menos posible y pacientemente aguardo a que la garza real, escondida ahora entre altas hierbas, se mueva hacia una posición más visible. Los primeros rayos del sol van iluminando el pequeño bosque encharcado. Ya podemos ver la cabeza verde y cuello plateado de un pato azulón y algún que otro correlimos hunden su largo pico en el fango en busca de alguna lombriz. Comienza la vida en la marisma ajena al objetivo de mi cámara y al punto de mira de la siniestra carabina.

Han transcurrido  ya unos veinte minutos , las aves comienzan a moverse inquietas pero ahora sus cánticos van languideciendo. Los negros nubarrones van  acercándose a  la costa de forma un tanto inesperada, y poco a poco la  sombra que producen va   atenua la claridad de la mañana .

Al fin la garza se ha movido. Lenta, muy lentamente  camina hundiendo con extremada delicadeza  sus largas patas en el fango hasta situarse en el centro de la ciénaga. Ajena a nuestra presencia ya se  encuentra enfocada  por el objetivo de mi cámara y fijada en el punto de mira del rifle asesino. Esbelta y elegante con su plumaje gris y sus 160 ctms de envergadura posa junto a una mata  de calas blancas. No parece inquieta ni se siente amenazada; no imagina un destino  disecada en la sala de trofeos de  un perverso depredador o inmortalizada en el álbum de fotos de un amante de la naturaleza.
En  aquel mismo momento un extraordinario fenómeno tiene lugar sobre nuestras cabezas. La intensa y cegadora luz y el insoportable zumbido de un gigantesco disco ilumina y ensordece el pantano durante escasos segundos, los suficientes para que los pájaros, histéricos y asustados por el extraordinario resplandor, alcen el vuelo despavoridos .Cuando suena el click del obturador y el estampido de un disparo el objeto brillante se eleva vertiginosamente y desaparece en el cielo dejándome paralizado por el pánico   y ciego por unos instantes . El cazador, aterrorizado, arroja la escopeta al fango y pone tierra de por medio sin volver la vista atrás
Algunos años después, saboreando un  té con limón en la terraza de la terminal de la estacion interestelar de Cercedilla de la Fresna, le contaba a mi nieto como había sido el primer avistamiento de aquellos singulares seres que le habían contratado para pilotar una de sus aeronaves. En el cielo del atardecer tres garzas volaban libres y majestuosas.       



    

domingo, 5 de abril de 2015

PRIMAVERA




Sonlas ocho en el reloj de doble cara de andén de tren cercanías que cuelga sobrela pared blanca de mi alcoba  orientada al mediodía .Al otro lado de laventana la mañana es limpia y la hierba alta y verde. Aun los petirrojos quecomen en mi mano no se han levantado. Andan apresurados por terminar deconstruir su nido. El abril “hueveril” ya está aquí y no pueden demorar lapuesta e incubación de los huevos. Por eso la pareja de raitanas aun no ha

hecho acto de presencia, estarán algo cansados, digo yo. Destellan aun algunasl uces de la tan lejos y tan cerca Gobiendes y el Pienzu entretanto se despereza con la bufanda gris alrededor de su esbelta ladera negra. Solo al comienzo de la primavera la hierba sirve para pasto de las vacas, en el verano se vuelve seca y demasiado basta para ser comida y menos rumiada. Los pequeños terneros ignorantes de su futuro retozan su corta vida y saltan alegres bajo la cálida y protectora mirada de sus madres.¿ De que manera podré obviar esta visión bucólica ante el suculento cachopo elaborado con  la experta mano sabia de Teresa?. Pero como la promesas se hacen para no ser cumplidas disfrutaré de la escena sin más. Mañana será otro día y puede ser que la manada se la lleven al matadero, asi que de momento permítaseme ser el doctor Jekyll. Para cenar en la Churre enviaré a Mister Hyde que no entiende de pactos y menos de promesas.
Otro primavera se sube a la grupa de–supongo- mi ya larga existencia . No hago esta afirmación por reproche o por cansancio pues como escribía el inolvidable poeta de Isla Negra confieso que he vivido y a grandes rasgos encantado de haberme conocido. Sin embargo el inexorable desgate biológico va abriendo grietas en mi estructura anímica y conformando nuevas maneras de adecuar ésta al  inexorable paso de los años. Las noches se hacen más cortas sin consultar con los solsticios y los fármacos sustituyen al sano cansancio que procura el profundo , sosegante pero esquivo, demasiado esquivo sueño. Despierto y los ángeles y los demonios de la noche se proyectan en el insomnio haciéndome sentir alegría o tristeza según seleccionen los últimos recuerdos del día anterior troceando las horas nocturnas en partes casi alícuotas de alegre nostalgia y de tristes ilusión, unas veces aliviado al despertar otras maldiciendo la hora en que se me rompe la ensoñación y así en una travesía bipolar que se prolonga en las primeras horas del alba, a veces demasiado tiempo hasta que recupero el tono muscular y regreso a la normalidad. Me asomo a la ventana; los trinos de los
pájaros se hacen más intensos y se tornan en alegre algarabía, respiro a pleno pulmón  el aire limpio y fresco del mar que agita el pedrero. Los primeros rayos de luz atraviesan las cortinas del salón, el sultán del gallinero canta a su serrallo y el ladrido lejano del
perro de la granja va devolviéndome a la aventura diaria de vivir
reinventándome la vida. Entretanto Rocío sigue creciendo y creciendo. Ayer lo pude comprobar. Contemplo su jardín. Este año plantaremos flores. Salgo con rumrum a mi paseo matinal, está intranquilo porque ya me ha visto sacar los zapatos del taquillón, pero ya no muestra excesiva alegría, el tiempo también envejece
a los perros y aun más rápido. Camino al sendero que cruza la pradera remontando el cueto y saludo a las flores, a los arbustos y a los árboles por su nombre. Marcho a pasos felices seguido de mi fiel compañero o siguiendo el rumrum . Dejo a un lado el suave murmullo del mar y continúo hasta donde la marea me permite desprenderme de los últimos grilletes depresivos y los sumerjo
bajo la espuma de la ola que rompe plácida en la orilla. En todo lo que veo de bueno en el paisaje y en mi pensamiento se diluye mi alma impulsada por un optimismo incipiente. Ya ha regresado el dia , ha despertado el sol y las gaviotas rien estúpidas de no sé que, cruzo por el puente que une los dos concejos que el rio separa; busco el hide que me camufla del pirata de la pesca de nombre Martín y de apellido Pescador; sentado en el tronco improvisado de
asiento impaciente le aguardo, ayer se posó en la rama del acebo; no tardará en llegar y mientras espero deleito mis oídos con la mejor de las sinfonías nunca acabadas cuya partitura lee y canta en un susurro el arroyo que ya convertido en rio me da la bienvenida. Multiplico mis energías y armonizo mis sentidos con la calma balsámica de la naturaleza y tomo al fin el camino de regreso y miro a la montaña desde cuya cúspide  una voz amiga me llama y me obliga a responderle, ya voy, ya voy,y , al fin, prometo que un dia de estos me acercaré por allí.

miércoles, 1 de abril de 2015

LA CHURRE DE LA ISLA

En un lejano país existió hace muchos años una Oveja Negra. Fue fusilada. Un siglo después, el rebaño arrepentido le levantó una estatua ecuestre que quedó muy bien en el parque. Así, en lo sucesivo, cada vez que aparecían ovejas negras eran rápidamente pasadas por las armas para que las futuras generaciones de ovejas comunes y corrientes pudieran ejercitarse también en la escultura. Esta fábula de Monterosso ilustra lo acontecido durante estos días cuaresmales en La Isla y sacude la rutina y placidez de las gentes de mi querido pueblo de adopción. Y es que en estos tiempos que corren de individualismo y atomización de las familias, de las mujeres y hombres que componen una pequeña comunidad, manifestaciones de apoyo como la que se han producido estos días con alguno de sus miembros hacen concebir esperanzas de que no se han perdido del todo los valores de solidaridad, de afecto y de ayuda mutua que deben de adornar a los ciudadanos de bien. Así el pueblo de La Isla, como Fuenteovejuna todos a una, ha respondido a lo que ha considerado una agresión investida. por supuesto, de la legalidad pero carente de ética,  contra los intereses de una familia que de generación en generación viene explotando un negocio de hostelería que constituye su propio sustento . Sin embargo, como la biología no necesariamente condiciona la bonomía de las familias así el comportamiento individual de un miembro no debe de afectar para nada a su conjunto cuando en el caso que nos ocupa éste pertenece a una familia ejemplo de lo que deben de ser las buenas relaciones entre las personas y de cuya honestidad intachable manifestada en todo su dilatada vida en esta comunidad vecinal es un claro exponente, Por eso entiendo que se sientan molestos y pidan disculpas, Así lo han hecho públicamente, pero que sepan también que los que nos manifestamos ayer en La Isla no queremos que  estén tristes ni mucho menos se sientan avergonzados, y que tengan presente que para la inmensa mayoría de los residentes habituales y ocasionales del pueblo que les profesan un merecido aprecio y respeto no necesitan disculparse. Por gracia o por desgracia. como evidencia el corolario de la fábula del escritor guatemalteco,  en ocasiones son necesarias situaciones difíciles para ejercitarse en los valores que deben de presidir las buenas relaciones entre la gente. Dicho esto, solo me queda resaltar el caracter totalmente pacífico y civilizado de las personas que haciendo uso del derecho que los ciudadanos tienen a manifestarse  públicamente y sin ningún tipo de coerción ni menos imposición, sabedores de que la ley ampara la libre concurrencia de cualquier persona a la puja por la explotación de este espacio público , demostraron sus preferencias por las personas que hasta la fecha han regentado este negocio hostelero. Decia Adam Smith que para que el funcionamiento del mercado libre no perjudicase las buenas relaciones humanas es necesario un comportamiento ético de las personas, de las empresas, de la sociedad en general. En este sentido el sistema capitalista a los largo de casi dos siglos de existencia ha fracasado estrepitosamente tanto en cuanto que la mano invisible que se suponía pondría las cosas en su sitio creando por si sola situaciones de estabilidad y progreso no se ha comportado como tal. Al contrario la obsesiva desregularización del mercado derogando toda regla que intente humanizar su comportamiento ha devenido en el hecho fatídico de que la libre competencia lo ha convertido en un campo de batalla en el que sobrevive el más fuerte en detrimento casi siempre del más honrado.Los economistas académicos nos hablan de esto en términos de macroeconomía, palabreja que por si misma nos aleja de la realidad cotidiana al ofrecernos los grandes datos que nada ayudan nuestra compresión de andar por casa. Pero, a veces, surgen en nuestro entorno situaciones que nos colocan de repente en la  realidad de estos asuntos . Asi podemos asistir como en una comunidad pequeña como es nuestro pueblo de La isla, un empresario asistido por el poder que le confiere su dinero es capaz de, al amparo de la ley, acaparar todo el mercado llevándose por delante cualquier principio de competencia y sobre todo arrebatando de las manos de una familia honrada y trabajadora que dedico muchos años a levantarlo y darle prestigio,  un negocio hostelero que ademas de ser su sustento ofrece a la comunidad un servicio de una calidad humana que rebasa los límites de sus propios intereses. Ante estas situaciones a las personas honradas no les queda más que el derecho al pataleo. Asi que hasta donde nos consienta la reciente Ley mordaza, gritaremos y nos manifestaremos hasta la extenuación.

EL FASTUOSO RUIDO ENSORDECEDOR DE LA MUERTE

  Conocí a Radi en la embajada de Jordania en Madrid. Era un beduino alto y fornido que inspiraba confianza con su rostro siempre sonriente ...