lunes, 20 de enero de 2014

desapacible

GRAN FABADA EN LA ESCUELINA

A fe mia que pasaban de seis los cocineros y cocineras que en la escasa estancia albergadora de grandes fogones trajinaban la fabada alrededor de la gran olla para la que, a pesar de mi ansiedad, no me atreví  a mendigar licencia de mojar algún  que otro mendrugo de pan. Mas tarde descubri  que la escena era engañosa pues ya se había encargado la buena de María Jesus de cocinar en su casa el tradicional cocido asturianu, ya replado y todo, y del que solo faltaba calentar y distribuir entre los más de cincuenta comensales que ajustadas las servilletas y aflojados los cinturones, blandían amenazantes cuchara s,  tenedores y cuchillos dispuestos a la fartura. La faba, pura manteca se fundía en la boca; La morcilla, retadora al paladar; chorizo, lacón y demás ingredientes animaban el compango;, copioso el vino y la omnipresente sidra que no podía faltar al festín. De un plumazo quedó borrada del recuerdo gustativo  la infausta paella de la última comilona. Por la ventana el Sueve vestía de blanco la tarde gélida y gris haciendo más confortable el calor de la Escuelina. Por lo demás y en lo que a mi se refiere, impertérriro engullí  dos platos de los hondos de la rica legumbre acompañados de sendas raciones de compango, finiquitando con arroz con leche en la misma proporción. El resto de la tarde ya os podeis imaginar como aconteció.

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Rino Stefano Tagliafierro 'B E A U T Y'

EL FASTUOSO RUIDO ENSORDECEDOR DE LA MUERTE

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